"Entre MUJERES nos entendemos MEJOR"

jueves, 21 de junio de 2012

Manias y obsecion‏


¿A quién no le ha asaltado alguna vez la manía de no pisar las líneas de las baldosas cuando pasea por la calle? Fijarse en las matrículas de los coches, contar filas de butacas, volver una y otra vez a comprobar si los grifos no gotean, si la luz está apagada o la puerta bien cerrada, lavarse mucho las manos... Todas ellas son pequeñas manías que llevadas a un extremo pueden convertirse en un problema serio para quien los sufre y para su relación con quienes le rodean. De tener una tendencia extravagante se puede pasar a estar sometido a conductas compulsivas, es decir, a sentir una necesidad imperiosa de realizar una acción más allá la propia voluntad.
La existencia de ciertas manías es algo normal. El problema surge cuando comienzan a coartar el tiempo y la estabilidad de la persona y convierten en problemática la convivencia con ella. La comprobación del gas no es negativa, pero hacerlo tres, cuatro veces o más, aun después de ver que no estaba abierto, empieza a ser para la persona un problema cada vez más angustiante. De hecho, estas manías suelen ir acompañadas de otras similares, por lo que la vida cotidiana acaba plagándose de comportamientos ritualizados.
La primera sorprendida y molesta por el ritual de las manías es la persona que las tiene. No se explica por qué le sucede ni de dónde le viene. Siente que no puede vivir sin someterse a esos rituales y se sabe esclava de ellos. ¿Por qué se ha convertido en una maniática? En unos casos deriva de personalidades obsesivas, de motivos inconscientes o hábitos culturales aprendidos, pero la mayor parte de las veces no se llega a saber por qué se padecen. Lo que sí es común es un cierto grado de rigidez en la estructura de la personalidad, una rigidez que puede llegar a atormentar a la persona y dificultar sus relaciones sociales. Si se preguntara al maniático para qué lo hace, cuál es el objeto de sus actos, no sabría contestar. Sin embargo, sí es consciente de que sólo se queda tranquilo si cumple con su rito, pues sólo así calma su ansiedad. Lo que sucede es que también consigue sacar de quicio a los que le rodean, que sufren su ansiedad pero no la calman.



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